No te olvides.
No te olvides que no tengo zurcida la boca
que espero hasta la madrugada tus besos
que antes de meterme a la cama me suelto el pelo
y que un batallón de óvulos golpean la puerta
de mi armario, aquel que se posa entre mis piernas,
- y te repito ( con insistencia, con cara de angustia)
que aunque te demores mil años no renunciaré
a tus sutiles manos, ni a tus ósculos salvajes
ni a tus caricias caramelos, o a tu figura de-
(el tiempo me ha acabado).
Cuando te de por aparecer ansioso ante mis ojos
te demostraré que aún fluye el deseo contenido
y seré una margarita de octubre a junio;
(...)
instinto de vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario